Hoy 27 de septiembre, como cada año, se celebra el Día Mundial del Turismo. Tradicionalmente lo celebraba con mis alumnos viendo en clase la película “El turismo es un gran invento” del gran Paco Martínez Soria, y comiendo palomitas, para después iniciar un debate sobre los efectos del turismo. Por cierto, esta película, para quien no la haya visto, es todo un clásico de nuestro cine y de la historia del turismo en España.
Sin embargo hoy, en lugar de celebrarlo viendo esta peli, me voy a permitir plasmar mi opinión sobre todo esto. Me cuestiono muchas cosas sobre este fenómeno y especialmente sus efectos. Yo siempre he defendido el turismo y he creído que sus efectos positivos superan con creces a los negativos y esto es lo que he tratado de enseñar a mis alumnos, a trabajar en este sector desde el respeto y la sostenibilidad social, económica y medioambiental. Pero cada día veo peligrar más y más esta actividad, me pregunto si se nos está yendo de las manos, cuando pienso en el concepto de turismofobia, en destinos tan masificados como Barcelona, Salou o Málaga, o en la práctica de tipos de actividades tan horribles como el turismo sexual, el turismo sexual infantil, el turismo de borrachera, el turismo morboso con selfies en los campos de concentración e incluso el mismo turismo de cruceros, ¿hasta qué punto es beneficioso que miles de visitantes desembarquen unas horas en una ciudad y la colapsen?

Turismo de masas en la Fontana de Trevi
Precisamente este año, la Organización Mundial del Turismo celebra el día con el lema “2017 Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo”, con el objetivo de analizar cómo el turismo sostenible puede contribuir al desarrollo. No me parece nada mal, espero que realmente sirva para lo que sirven estos días, para concienciar y sensibilizar un poco, para evitar las prolongadas y duras jornadas de trabajo que sufren los empleados del sector, o lo que es igual de grave, el despilfarro de recursos que implican ciertas actividades turísticas (como el turismo de ferias y congresos, por poner un ejemplo). De verdad, no puedo con la explotación ni con la contaminación. Seguro que habéis leído más de una noticia sobre las condiciones laborales de algunas camareras de pisos y los menos de dos euros que cobran por habitación que limpian, ¿es normal esto? O que determinados touroperadores organizan viajes de una semana a las Islas Canarias, todo incluido, por menos de doscientos euros, ¿qué clase de sueldo se le paga a los camareros que le sirven las pintas en la piscina del hotel? ¿Es justo que para que unos disfruten a tan bajo precio, otros cobren un salario infrahumano? Pues esto en economía tiene nombre y se llama «externalización de los costes», o sea, que lo sufra otro o lo que es lo mismo «tonto el último». Muy bonito sí señor, ¡un gallifante para el que se lo inventó! (qué antigua yo con esto de los gallifantes…). Todos queremos viajar a un buen precio, a todos nos gustan las ofertas, pero una cosa es esto y otra la falta de valores y de respeto que cada día vemos más. Estoy segura de que hay una solución intermedia.
Volviendo a la masificación de turistas en el destino, miedo me da pensar en esa combinación explosiva «aerolínea lowcost-Airbnb», me explico, me asusta ver lo que ha pasado con el sector turístico en la ciudad de Barcelona. Sinceramente, me da urticaria preguntarme qué tiene que ser esta masificación de visitantes para los residentes, qué tiene que ser no poder andar por las calles, ser fotografiado constantemente, ser víctima de la horrible contaminación acústica derivada de toda esta actividad… De nuevo creo que tiene que haber una solución intermedia a este problema.
Tampoco me gusta pasear por el centro de Málaga, ciudad en la que viví y de la que me enamoré y notar esa gran diferencia con aquellos años, un centro enfocado para el turista, donde negocios, escaparates y oferta en general es «tourist-oriented». Otra vez miedo me da pensar que lo mismo va a ocurrir en Sevilla, ciudad en la que vivo actualmente, aunque el sevillano es muy tradicional, pero me cuesta trabajo pensar que va a poder resistirse a la oleada de turistas que van a llegar gracias a las nuevas rutas que ha abierto Ryanair en los últimos meses. De hecho, el edificio en el que vivo, en pleno centro, ya tiene previsto alquilar todas sus viviendas con Airbnb (es normal, cada uno hace sus cuentas y vende por donde más gana). ¿Qué va a pasar con todo esto?, ¿los residentes vamos a perder el control sobre nuestros barrios?, ¿ya no vamos a poder pagar un piso en el centro de la ciudad?, ¿serán las ciudades para los turistas? Por otro lado, detesto ir a cualquier centro de cualquier ciudad y ver McDonald’s, Burger King y Starbucks por todas partes, ¿dónde han quedado las cafeterías y bares tradicionales? Van a terminar convirtiéndose en un atractivo turístico más, algo inédito, una experiencia alternativa y auténtica, tan demandada hoy en día en el sector; pedirse un churro, un pincho de tortilla, un bocata o un espeto va a convertirse en «turismo vivencial», ya veréis.

Espeto de sardinas y gambón en la Costa del Sol
No sé, pienso mucho en todo esto, en los numerosos viajes que hacemos, en que al fin y al cabo todos somos turistas, aunque nos cueste aceptarlo y estemos siempre criticando a “los otros” y «la demás gente», si lo pensamos, todos somos eso, gente. No sé cuál es la solución, quedarnos en casa y no viajar no lo es, porque el turismo, también tiene sus efectos positivos, genera riqueza, es una fuente de ingresos más para un territorio, favorece el intercambio cultural, etc., pero hay que empezar a hacer las cosas mejor, porque se nos está yendo de las manos este “gran invento del turismo”.
Me encanta este dibujo que hizo mi tío Jose Manuel Juárez para nuestro libro «Estructura del Mercado Turístico» de Paraninfo, reflejando los efectos del turismo, me encanta por los detalles y el humor, no por la realidad que representa.

Efectos del turismo by Juárez
Bueno, noto que me estoy poniendo algo pesimista yo también y empieza a parecer tóxico este post, así que voy a despedirme con un poco de sentido del humor y lo haré con un vídeo que me encanta de Rick Treffers, «El turista optimista-Disfruto de España».
¡Disfrutemos pues del Día del Turismo y procuremos ser respetuosos en nuestros viajes, tanto con la población local como con su patrimonio natural y cultural! No todo son selfies y likes en los viajes. ¡Feliz Día del Turismo!
Excelente exposición de lo que muchos pensamos, Lourdes. Hasta coincido contigo en que en los cursos que he dado he empezado con la peli de Paco Martínez Soria para realizar posteriormente un pequeño debate.
Me ha encantado tu reflexión, que me deja con un sabor agridulce, no sé, es como ver el Turismo en el mundo de las ideas de Platón, y las sombras del sensible (hace mil años que di filosofía, así que espero no haber desvirtuado mucho el concepto).
Hace tiempo vi un reportaje sobre cómo estaba siendo el despertar turístico de Kenia, una idea que en principio puede suponer una diversificación económica del país que funcionara como motor económico. Pero nada más lejos de la realidad, porque los precios bajos se debían a la vulneración total del Código Ético Mundial para el Turismo: grandes cadenas hoteleras extranjeras, precariedad laboral, tribus masáis desplazadas y amenazadas si no aceptan condiciones, pozos de agua comunitarios que quedan dentro de complejos con campos de golf… Parece que muchas de estas cosas nos quedan lejos y superadas en nuestro país, pero no, aquí también tenemos casos como el de las “kelis”, por poner un ejemplo. Menos mal que también han llegado buenas noticias con ese subida del 17% en el sector hostelero de Baleares.
Y de la masificación y la colonización de especies invasoras, mejor no hablar. Aún recuerdo a los “manifestantes” en la Puerta del Perdón de la Mezquita de Córdoba, con sus tortillas y tapas contra la apertura de un Burger King en este entorno (batalla perdida, por cierto). ¿Y lo de que los cascos antiguos de las ciudades se van a convertir en “resorts”?
Pero con todo esto, y como bien dices, no vamos a dejar de viajar. Trataremos de ser responsables en nuestros viajes y aportar siempre que podamos nuestro granito de arena para ese desarrollo del turismo sostenible.
Saludos.
MLO
Gracias María por dejar tu comentario, como siempre, impecable. Cuánta razón tienes tú también y qué pena me da que pasen estas cosas.
Lu