Hoy es el Día del Libro, así que lo celebraremos compartiendo con vosotros algunos de los clásicos de la literatura de viajes. Pero en esta ocasión, me voy a centrar en libros del mar, de la mar, como decía nuestro Rafael Alberti.
Desde muy pequeña siempre me gustaron las aventuras de piratas y las historias de barcos.’La isla del tesoro’, de Stevenson fue la primera que cayó en mis manos. Le siguió ‘La Taza de Oro’ de John Steinbeck con sus historias de Henry Morgan. Y desde hace unos años, no he parado de descubrir más y más libros sobre el mar. Así que si os gustan los relatos de piratas, exploradores, naufragios, tormentas, motines, batallas y navegantes, este post es para vosotros.
“Me voy. Largo amarras. La vida es mía y la tomo por la mano para irnos por ahí. Dejo atrás las cosas que no me gustan. Las cosas absurdas. Los señores que prometen con gestos paternales, los sistemas que envuelven y que hipotecan las alegrías de la vida. Y tomo el camino que debo tomar, para conocer la tierra; esta tierra que es mía. Nos vamos cogidos de la mano; mi vida y yo, yo y mi vida, y lo que comenzamos aquí es un acto de amor que ha de durar hasta la muerte”.
Así comienza un clásico de los libros de aventuras y viajes en el mar, ‘¡Eh, Petrel!, cuaderno de un navegante solitario’, de Julio Villar, en el que el autor narra su vuelta al mundo en el velero Mistral, de 1968 a 1972. Este es solo el comienzo de ‘¡Eh, Petrel!’, pero os puedo asegurar que así de bonito es el libro entero.
Otro muy recomendable es ‘Hasta donde me lleve el viento’, del uruguayo Eduardo Rejduch de la Mancha. Un libro divertidísimo, porque Eduardo sabe cómo contar cada historia, por dura que parezca, de la forma más graciosa. Narra también sus aventuras en su vuelta al mundo en el Charrúa, velero en el que sigue viviendo actualmente el escritor. En uno de sus capítulos, habla de una pareja de españoles que conoció en Tonga. Son María y Eduardo, que dejaron su país hace más de treinta años navegando en un velerito, buscando su isla soñada y finalmente la encontraron en el océano Pacífico. Allí levantaron un restaurante de tapas y cocina española, La Paella, en el que después de la comida, tocaban y cantaban para sus clientes. Esta isla es Tapana, ubicada en el archipiélago de Vava´u en el Reino de Tonga. Eduardo Rejduch pasó una larga temporada en la isla con esta pareja de españoles. Podéis saber más de su historia en este reportaje que TVE realizó en los años 90 sobre la expedición de Alejandro Malaspina a su paso por Tonga. Conoceréis a Eduardo Rejduch y a los tapaneros María y Eduardo.
Y como la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, tuve la suerte yo también de conocer a esta pareja de españoles, María y Eduardo Echevarria y compartir con ellos un tiempo en su isla. No tengo palabras para describir esta experiencia, gente divertida, cariñosa, valiente, interesante, generosa y sobre todo, humilde, nada pretenciosa a pesar de las mil y una aventuras que han vivido. Además, durante mis días en la isla, leí el libro que Eduardo tiene previsto publicar, en el que relata sus aventuras desde que dejaron España hace más de treinta años, ‘Andanzas del Rock & Blues’, el velero en el que marcharon. Espero que pronto puedan publicarlo porque es una obra maestra.

Isla de Tapana (foto de Aitor Marín González)
Otro libro que recomiendo, es ‘La isla olvidada. Un periplo por el Mediterráneo modesto’, de Lluís Ferrés Gurt. Me encanta la descripción tan buena de las ciudades que Lluís hace en su capitulo ‘Cúpulas de luz en el horizonte’. Si habéis viajado y navegado por este mar, el libro os transportará a esos viajes por las islas griegas, por Cerdeña o por las Egadas, una joyita escondida frente a la costa siciliana, con islas como Favignana y su tonnara o Levanzo.

Isla de Levanzo (Italia)
Otro que me gustó es ‘Navegando en solitario alrededor del mundo‘ de Joshua Slocum, sobre la vuelta al mundo que dio en 1895 en su balandra Spray. De este libro me gustaron muchas cosas, su amor por las Azores, a las que tantas ganas tengo de ir, su ingenio cuando en Patagonia se hace pasar por un segundo tripulante para evitar un posible ataque o su sentido del humor con fragmentos como:
“…Ahora bien, sabido es que uno no puede pisar descalzo una tachuela sin hacer algún comentario al respecto. Eso fue precisamente lo que sucedió aquella noche hacia las doce en punto, mientras yo dormía en la cabina, donde los indios creyeron que ya «me tenían», con balandra y todo…”, o cuando en el estrecho de Magallanes, dice así: “Esta fue, lector, la aventura más peligrosa que corrí durante toda mi larga vida en el mar. ¡Y sólo Dios sabe cómo pude escapar! Por fin la balandra alcanzó una zona al redoso de varias islas pequeñas, quedando en aguas tranquilas. Entonces trepé al mástil para examinar el salvaje escenario que ya me quedaba por la popa. El gran naturalista Charles Darwin pudo contemplar este mismo panorama desde la cubierta del Beagle, y dejó escrito en su diario: «Cualquier hombre de tierra que vea la Vía Láctea tendrá pesadillas durante una semana». Pero creo que podía haber añadido: «y un marino también»…”.
Además, es un libro interesante porque aparte de las aventuras del escritor, al ser de 1895, refleja la situación del mundo en esa época y lo que ocurría entonces, que si Estados Unidos declaró la guerra a España por Cuba y Slocum se cruzó con el buque de guerra Oregón, que si en Samoa visitó a la mujer de Louis Stevenson, otro de los grandes escritores de aventuras del mar, mencionado justo al principio del post, etc.
Y si no sabéis qué libro escoger y queréis un poco de piratas, otro poco de motines y otro poco más de exploradores, el libro que os recomiendo es Relatos Del Mar (Clásica Maior)’Relatos de mar’ de Marta Solís. Impresionantes relatos. ¿Mis preferidos? ¡Uf, qué difícil!, aunque los primeros son buenísimos: ‘De Malua a Ocoloro’ (fragmento de ‘Relación del primer viaje alrededor del mundo’), Antonio de Pigafetta (1536); ‘Tomó Morgan la ciudad de Maracaibo’, (fragmento de ‘Piratas de América’), Alexandre O. Exquemelin, (1678); ‘Diario de Colón: 25 de diciembre de 1492, día de Navidad’ (fragmento de ‘Historia del Almirante’), Hernando Colón (1571); ‘Recuerdos de un capitán negrero’ (fragmento de ‘Recuerdos del capitán Hugh Crow de Liverpool’), Hugh Crow (1830) o uno de los que más me impactó, ‘La tragedia de la esclavitud’ (fragmento de ‘La interesante narración de la vida de Olaudah Equiano, o Gustavus Vassa, el africano’), Olaudah Equiano (1789), cuenta la travesía en un barco negrero hasta Barbados de este nigeriano, que fue secuestrado a los once años y vendido como esclavo. Equiano compró su libertad en 1766, más tarde, se uniría al movimiento abolicionista, motivo por el que escribió esta novela sobre la ruta de la esclavitud y el Middle Passage. Os podéis imaginar el relato. Durísimo, pero real como la vida misma.
Con estos temas soy especialmente sensible. Cuando viví en Liverpool hace muchos años, solía ir algunas tardes al Museo Marítimo y al Museo de la Esclavitud que estaban en el mismo edificio en Albert Dock. Allí conocí historias horribles sobre la esclavitud, el comercio de esclavos, etc.
En mi viaje a Senegal también visité en la Isla de Gorée, frente a Dakar, la Maison des Esclaves, conocida por ser centro del comercio de esclavos hacia América y su “puerta sin retorno”, donde embarcaban a los esclavos y por donde arrojaban al mar a los más débiles. No voy a dar más detalles del sitio porque me parece macabro, ¿qué clase de personas pudieron hacer algo así? En la Maison hay una sala donde los visitantes pueden escribir en las paredes y se leen mensajes como “We can forgive but we cannot forget”.

Puerta del viaje sin retorno (Isla de Gorée, Senegal)
Bueno, volvamos al tema que nos ocupa y dejemos aparte la esclavitud que hoy es un día de celebración y no quiero que nos pongamos tristes (pero no está de más aprovechar la ocasión para reivindicarlo…).
Si con esta relación de libros de viajes, aventuras y expediciones en el mar no habéis tenido suficiente, siempre podéis consultar el catálogo que ofrece Editorial Juventud, tiene un buen número de estos, así que si queréis ampliar vuestra colección, visitad su web y elegid alguno de sus títulos.
Mi lista de pendientes es muuuuy larga, hay tantos que tengo ahí guardados para leer, como ‘Vagabundo, un sueño en el horizonte’, de Juan Antonio Martín Cuadrado; ‘Izando mi corazón, relatos de regatas y travesías’, de Carmen Nadal; ‘Una regata de locos’, de Peter Nichols; ‘Un vagabundo en los mares de sur’, de Bernard Moitessier (o cualquier otro de este autor); ‘Siguiendo la ruta de los clippers’, de Sir Francis Chichester; ‘La expedición de la Kon-Tiki’ de Thor Heyerdahl; ‘Historias de piratas’, de Daniel Defoe; ‘Mi propio mundo’, de Robin Knox-Johnston; ‘Bora Bora’ y las series ‘Piratas’ y ‘Océano’ de Alberto Vázquez-Figueroa; ‘Primer viaje en torno del globo’, de Antonio Pigafetta; ‘Los cuarenta bramadores’, de Vito Dumas o alguno de Joseph Conrad.
Y para terminar, solo deciros que aparte de los libros de viajes, donde también se conocen historias y aventuras del mar es navegando y descubriendo las vidas de esos nómadas del mar, cenando en el barco de unos amigos, tomando una cerveza en el bar del puerto… ¡Qué maravilla!
Buena travesía y disfruten del Día del Libro.
Wooo, Lu! Otra de las que le gustan las historias del mar, de piratas, de barcos, de animales marinos… desde niña.
Me anoto algunos de esos libros para este verano. Gracias, aventurera.
Ángeles Martín Gayango
Pues otra cosita que tenemos en común Ángeles. Gracias por tu comentario y que disfrutes de la lectura.
Lu